Eso que muchos dicen y quieren ser, pero no se animan.
Repitiendo consignas
que se transforman en sortilegios,
quebrantados por las desidia del día,
que les gruñe,
devolviendo, a cambio de sonrisas,
mares de soledad y estímulos rengos.
Ausentes de calma y saciados entonces
con dolor ajeno,
tan fácil de visitar,
contemplar, archivar ,
y guardar en una especie de cajita de recuerdos de inconsciencia colectiva que
funciona como un motor de resentimientos
hacia lo que podría haber sido,
o lo que será,
pero solo en potencia.
miércoles, 28 de julio de 2010
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